Dependencia energética

Montehermoso, 2 de septiembre de 2022

Enrique Julián Fuentes. Ingeniero Forestal.

La dependencia es un estado de sujeción o control, bajo el que se encuentra un determinado estado, país o región, como consecuencia de no disponer de la autonomía suficiente y de requerir la atención o los servicios de un tercero, que además cobra por ello.
En los últimos días, como consecuencia de la acción del Gobierno, hemos sido testigos de la nueva regulación en materia de restricciones a los horarios de encendido de escaparates, así como de la limitación y control sobre la temperatura del aire acondicionado en las administraciones públicas y establecimientos privados.
Estas medidas, vendidas en clave de eficiencia y ahorro energético, evidencian la dependencia absoluta de nuestro país, sobre un sector estratégico para nuestro crecimiento y desarrollo, como es el energético.
En un momento de crisis energética global, derivada de factores geopolíticos externos, el Gobierno debería impulsar la acción de un plan nacional mucho más ambicioso, que implemente la puesta en marcha de todas y cada una de las fuentes de energía viables, aprovechando para ello y de forma sostenible, al igual que se hace en otros países, el empleo de los recursos naturales con capacidad para la generación de energía.
A modo de ejemplo, frente a las 58 centrales nucleares activas de Francia, España dispone en la actualidad de 7 reactores en funcionamiento, pero con fecha de parada de actividad prevista para el año 2035. Una energía que, por cierto, acaba de ser considerada como verde por la Comisión Europea.
El impulso y desarrollo de las distintas energías renovables que hay actualmente sobre la mesa, es un avance importante en materia de generación eléctrica, si bien no resulta suficiente para satisfacer las necesidades energéticas de nuestro país, convertirlo en soberano y por ende, nada dependiente.
Necesitar de terceros países, al tiempo que se renuncia a explorar y desarrollar la producción de todas y cada una de las posibles fuentes de energía, convierte nuestros productos en menos competitivos y en definitiva nos hace más pobres, obligando a la población a realizar sacrificios y esfuerzos, propios de otros períodos de nuestra historia reciente, mucho menos afortunados.
Debemos desarrollar todas y cada una de nuestras posibles fuentes de energía, para abaratar los costes de la factura de la luz y no quedar a expensas de la voluntad de terceros países que desarrollan su política energética sin las contemplaciones y restricciones que sí se imponen en el nuestro.
Responsabilidad y sentido común en los acuerdos estratégicos. Es lo único que le pedimos a nuestra enfrentada clase política.

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