Prevención de incendios forestales
Enrique Julián Fuentes. Ingeniero Forestal.
Las primeras palabras de este artículo, quiero que sirvan como homenaje y reconocimiento a la labor impagable de quienes dedican su día a día a la lucha contra el fuego. Profesionales, en el más amplio sentido de la palabra, que forman para la sociedad la primera línea de defensa frente a los incendios forestales.
En latitudes como la nuestra, los incendios forestales son viejos conocidos a lo largo de la historia, convirtiéndose en un problema recurrente que se repite cada ciertos años y que suponen un grave daño ecológico, económico y social que paraliza durante décadas, el desarrollo económico de cada zona afectada.
El abandono paulatino de actividades tradicionales e imprescindibles en los montes, como la agricultura y la ganadería, unido a la escasez de inversión en su gestión y al calor sofocante de los meses de verano, han propiciado, junto a otros factores no menos importantes, la oleada de incendios originados durante las últimas semanas en la Península Ibérica.
Siempre he puesto el acento en la necesidad de acometer una adecuada inversión en los montes, pues sencillamente se aumenta su higiene sanitaria, genera empleo, combate la despoblación, disminuye el riesgo de incendios forestales, protege las cuencas hidrográficas, evita inundaciones, reduce la desertificación y minimiza los efectos del tan señalado cambio climático. Ese concepto tan manoseado en nuestros días y al que tanto se alude, sin vincular de forma alguna con el buen estado de nuestros montes.
Ningún medio de comunicación se acuerda de los montes hasta que llegan los incendios en verano, momento en el que muestran sin pudor todo el drama derivado de la destrucción, que conlleva imágenes explícitas del fuego así como de paisajes dantescos que obligan a los ciudadanos a desalojar sus propias casas.
Hemos escuchado estos días también, la necesidad de declaración de zona catastrófica como consecuencia de los daños producidos por determinados incendios forestales. Pero la realidad, es que dicha declaración de zona catastrófica, debería tratarse más bien de una declaración permanente revisable, para realizar un seguimiento monitorizado sobre las necesidades en tiempo real de los montes y su lamentable estado de conservación.
Siempre he apostado por la gestión sostenible de los montes y el carácter multifuncional de los mismos, aprovechando sus recursos naturales para activar la economía y el empleo y ordenando sus recursos para posibilitar las actividades tradicionales que siempre se desarrollaron en los mismos.
La inversión forestal se traduce en empleo directo e indirecto y en mejoras y conservación de la superficie forestal. La inversión forestal aporta además beneficios directos por la venta de los productos obtenidos de sus aprovechamientos, es decir, madera, leñas, astillas, biomasa, serrín, resinas, piñas, castañas, corcho, etc.,
Del mismo modo, actividades ancestrales como la agricultura y la ganadería, eliminan combustible vegetal, forman teselas discontinuas de vegetación y fijan población y vigilancia en el territorio.
Al igual que se invierte con partidas presupuestarias de conservación de infraestructuras como el ferrocarril, los hospitales o el mantenimiento de carreteras, debe invertirse eficazmente en la gestión del patrimonio forestal que nos envuelve y que depura el aire contaminado de las grandes ciudades.
Debe crearse un canon forestal estatal, que repercuta en la prevención de incendios a base de inversiones que garanticen la gestión eficaz de los mismos, al tiempo que se revise la normativa ambiental y forestal, que impide en gran parte de situaciones, la puesta en marcha de actividades realmente beneficiosas para el entorno en el que se encuadran y que sirven de mecanismo eficaz de prevención frente a incendios forestales.
Nos pasamos el día oyendo hablar del cambio climático, dejando de lado la importancia que los bosques ejercen sobre la sociedad como sumideros de CO2, depurando el aire contaminado, ejerciendo como protectores de cuenca hidrográfica y previniendo a la población frente a avenidas y posibles inundaciones.
Los montes protegen y forman ecosistemas que auspician a la fauna y flora ibérica y sólo nos acordamos de ellos, cuando salen ardiendo en los desprovistos de noticias telediarios veraniegos.
Necesitamos políticos responsables, que le den al sector forestal la importancia que realmente tiene y que trabajen unidos en una estrategia nacional de prevención, que implique cambios verdaderos en la gestión y en sus desarrollos normativos.