Béjar, Puerto de Béjar: espacio abierto…
Hervás, a 30 de julio de 2022
Pepe Blanco Blázquez- Opinador-
Desde la ventana de mi casa en Puerto de Béjar, sur de Salamanca y “pegando, pegando” al norte de Cáceres, tengo ante mí un espectáculo grandioso: un boscoso monte repleto de castaños y nogales, donde se cobijan las cosas y los seres que tenemos la suerte de vivir en un entorno paisajístico tan privilegiado. Y, por si fuera poco, estamos a “tiro de piedra” de la bellísima ciudad de Béjar. ¡Qué espacio tan bello y tan abierto! ¡Qué luz llega hasta nosotros en esos días libres de bruma; luz que disfrutamos y saboreamos con verdadera pasión y gratitud, por haber tenido la suerte de vivir en este fragmento de tierra, rincón de privilegio de la Reserva de la Biosfera!
Mis ojos, al asomarse al paisaje, se sitúan sólo en sus contornos, pero se intuye que existe un todo real. De aquí, que no sea todo real, por su visión fragmentada. De aquí que no sea fácil diferenciar lo abierto, pura alegría de la relación con la vida, la naturaleza, el ser de los seres en su totalidad del nuevo espacio. En la mirada asombrosa sólo descubro algo concreto, pero…no podemos abrazar todo.
Se puede experimentar todo “lo abierto”, pero los niños y los animales son los únicos que lo hacen directa y permanentemente, mientras los hombres sólo podemos por momentos. Esto se debe a que el hombre es un ser para sí mismo, actor y autor de su vida, y no puede permanecer extasiado ante el espectáculo de la naturaleza que tiene delante.
Recuerdo que, al mirar este cielo de Béjar y Puerto, me quedo tranquilo por vivir en tan increíble lugar ¡ Cuánto se pierden estos empresarios que tienen poder para invertir y crear puestos de trabajo en esta tierra, cuánto se pierden si lo hicieran aquí, porque a la vez lograrían disfrutar este trozo de la Sierra de Béjar, Valle de Ambroz, la legendaria Vía de la Plata y la impresionante Vía Verde que une Béjar y Hervás. Y ahí, en el corazón de la Vía Verde, en Puerto de Béjar, se ha roto el tópico de “tierra vaciada” y ha resurgido un coqueto y acogedor Restaurante, “La pequeña estación”, donde se puede degustar la gastronomía de la zona, sus productos ibéricos y buen trato. Y es que pueblos como Puerto luchan para seguir vivos, y siembra “vida” cada día que pasa. Su Plaza Mayor goza también de un ambiente bullicioso y una terraza acogedora para las tardes-noches de verano, aunque hay que llevar algo de ropa para abrigarse. Las croquetas de Encarnita están para comerse los dedos. Pues eso y de eso se trata, de dar vida al pueblo y disfrutar de la vida.
Escribo estas líneas con asombrosa fluidez, como arrastrado por una corriente desconocida. En algún momento me he detenido en la meditación. Veo este monte de un verde intenso y tranquilo, y parece no ir ni venir de esta zona abierta para su disfrute. Ahora bien, “lo abierto” nos hace pasivos al deleitarnos en lo que está ahí.
Los hombres disponemos de muy poco tiempo para regocijarnos con cuanto se despliega ante nuestros ojos. Por el contrario, el animal – criatura inconsciente- ignora cuál es su estado y situación, mientras el hombre se desata de lo abierto de la vida total. Rilke sentía animosidad hacia los hombres que, concentrados en sí mismo, olvidan la grandeza del universo que les rodea.
El animal y el hombre ante “lo abierto”. El animal está siempre en el mundo; nosotros, frente a él y, a medida que el hombre aumenta su conciencia, se separa de la realidad y no vive en el espacio de las puras relaciones naturales. El hombre cambia el mundo, cuando éste no satisface sus necesidades o deseos.
Como digo, los buenos empresarios tienen la oportunidad de invertir en la “Ciudad Textil”, que falta hace y es que en Béjar encontrarán buena y cualificada mano de obra, preparada para toda actividad económica; y, además, recibirán cuanta ayuda necesiten del presidente de la Corporación, Antonio Cámara…Esta bella ciudad lo necesita.
Me decía un buen amigo de Madrid que hace tiempo conoció Béjar como lector de “La Aldaba”. Llegó a Béjar de broma y en estos momentos la visita todos los meses, aunque sólo sea para comer. Yo le digo, amigo, invierte en ella, dinero tienes para hacerlo.
Dicho así, repito una vez más lo que he dicho tantas veces: Si no existiera el sur de Salamanca y norte de Cáceres habría que inventarlo ¿Queda clarito?